lunes, 22 de agosto de 2011

A un avariento.


En aqueste enterramiento
Humilde, pobre y mezquino,
Yace envuelto en oro fino
Un hombre rico avariento.
Murió con cien mil dolores
Sin poderlo remediar,
Tan sólo por no gastar
Ni aun gasta malos humores.
                                                    Francisco de Quevedo y Villegas

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