martes, 31 de mayo de 2011

El paso de las Colinas del Nort-Este




El paso de las Colinas del Nort-Este, bordeando el Lago Azul, en la frontera con los valles salvajes.

lunes, 30 de mayo de 2011

A través de las colinas.

La sala de guerra se levantaba con pilares incrustados en la ladera  Sur de la colina, la mitad tallada en la roca misma en forma de hexágono elevándose diez metros sobre el suelo hasta encontrar un techo liso el cual  lindaba con media cúpula. La parte externa de la sala de guerra era un paralelepípedo alto terminado en la media cúpula que bordeaba la colina; la entrada a la sala estaba custodiada por seis guerreros tallados en piedra, cada uno representaba las seis regiones del Este y sus fundadores. Dentro de la sala una gran mesa de ébano pulido cubierta de cobre recibía a los generales de cada división, frente de ésta una gran silla en hierro y plata relucía como un pequeño trono para el capitán de la cuaderna.

Lady Séni atravesó el corto pasillo custodiado por los grandes Ser de la antigüedad hasta el portón doble que se abría para recibirle, una vez adentro los sargentos le saludaron con una venia lenta y cordial. Lady Séni los saludo uno a uno y con extrañeza notó la ausencia de Ser Duncan, sargento de el valle Gris al Nort-Este.

-Ser Duncan falleció hace una semana intentando mantener el paso que lleva desde los  valles hasta acá –dijo Ser Allaham, sargento de las colinas del Norte.

-Una triste noticia según veo –replicó Lady Séni-Pues bien hermanos míos, tiempos grises nos agobian mas debemos encontrar solución a todo esto, es probable que se desate una guerra en el corazón del reino, sin embargo; distamos mucho de él, ¿Qué noticias tenemos sobre ésta extraña incursión?

-Los bárbaros empezaron a desplazarse hacia acá hace tres semanas, tras quince días de viaje llegaron al ducado de Ser Duncan y arremetieron con fuerza, por fortuna antes de lograr romper las barreras de la empalizada, ellos consiguieron tomar el camino del sur que atraviesa el bosque espeso, de ésta manera así resguardaron a la mayor parte de la población –dijo Ser Allaham- sin embargo Ser Duncan luchó con sus hombres hasta la muerte misma.

Un pequeño silencio enmudeció la recamara, luego Lady Séni continuó consultando.

-Los bárbaros no acostumbran a atravesar las colinas, sus caballos se hacen torpes y el aire fuerte de los acantilados sumado al calor sureño les molesta, ¿Qué sabes mi querido Ser Allaham sobre esto?

-Todos los bárbaros empezaron a llevar una pequeña insignia en sus estandartes, una luna menguante que sangraba en forma de mano, seré sincero; no conozco rey, artífice, legión alguna que acostumbre a llevar ese símbolo, no muchos lograron vencer el miedo a las colinas y sus desfiladeros pero fueron los suficientes para arremeter con más de ochocientas espadas, estimamos que en el ducado de viento frío, aún cerca de dos mil quinientos hombres acampan esperando tomar valor, oh ¡Pobre Ser Duncan! No logró tener un entierro digno.

-Pero murió con el honor más grande.

-Es verdad mi lady.

Tras un día completo en consejo, sólo dos opciones tenían; dar aviso y resguardar los caminos que llevan de allí a la capital de Argus sin contar que deben  detener la arremetida de aquellos bárbaros. Lady Séni dispuso dos grupos, ella en unión a  otros cuatro sargentos con sus hombre de honor hicieron rápidamente un censo, todo hombre capaz de alzar un arma con brío empañado en honor debería acompañarles a cerrarles el paso por las colinas, pues a campo traviesa los bárbaros tenían la ventaja, ahora bien, era conveniente actuar con premura.

domingo, 29 de mayo de 2011

Un nuevo designio.

Y por un breve momento todo fue paz…

Una vez reorganizados los hombres y atendidos los heridos, despojaron a los enemigos muertos de sus prendas e hicieron dos piras grandes con sus cuerpos, una en la meseta y otra en el valle, llamándola en tiempos posteriores la meseta de la batalla. A sus compañeros les enterraron en una gran fosa común en el valle de los héroes, sobre ésta con armas y atavíos esculpieron en la tierra húmeda el estandarte de Argus y de la Cuaderna del Este.

En la avanzada noche los hombres y mujeres se reunieron en la meseta, tras los portones que cortan el paso de las colinas, allí descansaron. Agobiados por el cansancio pero con el alma colmada de grandeza cenaron en silencio honorando así el alma de sus hermanos caídos, aquellos que desde ahora les vigilarán desde el primer cielo.

La mañana llegó acompañada de un mortuorio silencio. El sol primaveral no se asomó ocultado por una grisácea neblina, por un momento se sentía el nocivo frío invernal regresar amargamente. Lady Séni contempló aquel amanecer sin descanso, su antebrazo izquierdo comenzaba a inflamarse, aún lograba sentir las astillas de madera cortando sus tendones. Tomó unas sedas y con éstas atendió las heridas, nuevamente vistió la cota de mallas para luego atar el escudo. La siguiente hora abrazada por el frío de la muerte fue combatida en su habitación con un silencio convocador de paz; Capitana de la Cuaderna del Este, Teniente de las Fuerzas Argureanas, una y otra vez repetía mentalmente sus títulos mientras invocaba a los dioses el coraje, la sabiduría para continuar las jornadas.

Prudencia, justicia, templanza, fortaleza… 

Lady Séni oró, aceptando con humildad la muerte, dejando en las manos divinas la decisión de su destino. Con amor sintió la calidez de los dioses calmando su dolor, el mismo calor que en visiones dictaminó su destino. Así, cobijada por la voluntad celestial, salió de su habitación directa a la sala de guerra donde sus sargentos planeaban los siguientes movimientos pues los bárbaros del Noreste no acostumbran a cruzar las colinas. El augurio del frío en primavera no puede ser un buen augurio.

lunes, 23 de mayo de 2011

El Abrazo.

Digamos que yo no estoy aquí, que no he venido y, por lo tanto, ni veo ni oigo nada.
Pongamos que mis sentidos, ante mi supuesta ausencia, no sirven para nada. No puedo tocar, oler ni saborear lo que hay a mi alrededor.

Imaginemos, por un solo instante, que sé que hay un montón de gente junto a mí que me habla, me toca y me acaricia. Los hay que lloran, que rezan y que, con mirada ausente, se pierden en sus pensamientos. Los hay que ríen, cantan y que, con destellos en los ojos, dan rienda suelta a su alegría.

Y ahora veamos la realidad.

Veo y oigo a todos. Huelo y siento los perfumes de personas y cosas. Saboreo, sin poder remediarlo, un adiós.  ¿Por qué ellos no me oyen?, ¿qué me pasa? Mi cerebro no sabe qué pensar y por momentos rozo la locura. Grito, pataleo y gesticulo, pero es imposible. Para ellos no existo.

Muerte, no, la muerte es algo pragmático, una maldición, es esto una maldición, desde el principio mismo, desde Caín padre hasta mí. No, no me oyen, para todos ellos estoy muerto, aún es de día, la bestia debe esconderse hasta que la noche –maldita y oscura- le permita despertar.  No grito, no pataleo, no gesticulo; es todo una ilusión, una maldita esperanza que surge mofándose de mi aún vívida humanidad.

Oh, traicionado por el deseo, era blanca como la luna, fría como la nieve; un tonto enamoramiento, un maldito enamoramiento. Sire, así es como le llaman, sí, Sire. Es ahora mi madre, una madre que condena a un hijo con frialdad y sin remordimiento, no podre llamarle madre mientras le  desee, no podré llamarle madre cuando le añore, ahora sólo me queda maldecir, maldecir cuando veo su rostro en mi memoria, desfilando como un cáliz lleno de arrepentimiento.

Asumamos que todo fue un sueño, que no oigo realidades sino voces en mi mente, que no he muerto, sólo descanso apacible en mi pequeño colchón, asumamos pues que despertaré y me encontraré de nuevo en una monótona vida, viviendo feliz con las migajas de un mundo que no me valora. No ¡NO! ¡Esa fue la razón!, el mundo no basta, la vida no basta, el conocimiento no se detiene, aún quedan obras por ver, piezas magistrales por escuchar, es eso, ese es el verdadero peso de mi condena, una vida no basta, ella, ella…    Ella sólo se identificó conmigo.

¡Maldita madre! Ya se acerca la noche y tengo hambre, despertaré agónico y la bestia me guiará, sólo espero que mi familia esté lejos, aún les quiero, aún no estoy listo para la prueba final.

domingo, 22 de mayo de 2011

Alquimia.

Algo me hace sentir inmortal pensó en voz alta el gran alquimista Lemoth mientras terminaba de engullir aquel viscoso brebaje; hace pocos meses descubrió la fórmula química con la cual las células se descomponían  con una lentitud considerable. Sin embargo; cuando salió de su laboratorio y regreso a la cama marital, notó con tristeza el polvo en las sábanas acompañando  una nota llena de hongos.

“Me marcho; buen viento y buena mar. Efímeramente tuya, Cloe”

Nuevamente en su casa, ahora en invierno, con la nota aún en la mano empezó a caminar por la sala, arrojó los papeles a la chimenea y se sirvió un poco más del veneno de flores que había preparado.

Algo me hace sentir inmortal, repitió una vez más antes de morir.

viernes, 20 de mayo de 2011

Contrición.

En el medio de la noche, con la lluvia ahogando los sonidos, Emmanuel entendió lo cruda que es su realidad. Arrojó el chuchillo al suelo mientras lentamente teñía el camino con un ligero hilo de sangre marrón, se miró sus manos gruesas –viejas y orgullosas- contemplando las tantas vidas que entre ellas se habían esfumado.

Un rayo cayó a unos cien metros haciendo explotar un árbol, ahora; cientos de fulgurantes torres de energía se elevaban majestuosas y despiadadas por el cielo nocturno. Uno, Dos, ¡TRES! Rayos caían ante él, como si un dios se mofase de su debilidad.

Por vez primera en su vida, Emmanuel, de cara dura e inexpresiva, sintió temor, un temor que helaba su carne y extinguía aquel malévolo espíritu. Emmanuel, en medio de la noche, como un hombre de fe se arrodilló, Emmanuel como un hombre sin dios  pidió perdón.

jueves, 19 de mayo de 2011

El toque exacto de caramomo

Bañada por las luces naranjas del atardecer ella legó al pueblo una tarde de abril, con su maleta de flores bordadas en la mano izquierda y en la derecha la guitarra que no le permitía sentirse sola. Le pidió al carretero dejarla en la casa de tejados curvos que había visto en una pintura algún tiempo atrás.

Al llamar a la puerta, el olor a pastel recién horneado se filtró por las rendijas y le dio la más amable de las bienvenidas. Una señora muy grande la recibió, haciéndola seguir al instante, le preguntó porque no había entrado por la puerta de la pastelería y la hizo sentarse en una de las mesas para atenderla. La muchacha le explicó que recién llegaba al pueblo y si el carretero la había llevado allí, sería una señal de que se debía quedar allí.

La señora muy grande la miró con desconfianza, nunca antes la había visto en su vida y no sabía nada de ella, se preguntaba cómo era eso de que se debía quedar allí; le explicó que la muchacha que antes les ayudaba en la pastelería se había marchado con el muchacho de la verdulería para la ciudad y le propuso que si pasaba una prueba, le daría su vacante. Ideo una prueba imposible, para tener la certeza de no tenerla en casa hasta averiguar más sobre su procedencia.

Pocos minutos después le llevo una tacita de café que acompaño con dos galletas de arroz, la muchacha mojo la primera galleta en el café y la felicitó por el toque de cardamomo que le había adicionado a la bebida, la señora abrió bien los ojos, no conocía a la primera persona que supiera de este maravilloso condimento más que los integrantes de su familia, tenía la plena confianza en el secreto familiar, y en lugar de felicitar a la muchacha se espantó por su respuesta.

La muchacha sonrió ampliamente, le comentó que era la razón por la que le gustaba más el café que preparaba su padre en comparación al que preparaba su madre, le comento que entendía bien su desconfianza, y le recomendó darle su vacante al ser la forma más rápida en la que ella podría conocer su procedencia.

miércoles, 18 de mayo de 2011

La última batalla.

¡Muertos, todos muertos!    Lady Séni se levantó mientras poyaba su peso en la espada larga,  el escudo astillado había traspasado entre pequeñas abolladuras en el camisote de mallas perforando así su antebrazo y dejándolo inútil.  Una lenta e infructífera mirada sondeó el entorno, en el suelo se mezclaban los cuerpos de aquellos bárbaros del Este y de sus hermanos Argureanos, juntos todos –muertos todos-.

Con un hálito de coraje se arrancó el escudo y las astillas, buscó otro y volvió a armarse. Avanzó por el campo esquivando cuerpos, armas, charcos de sangre.  Decidió tomar por el pequeño camino que bajada de la meseta a una planicie, cuando  sus pasos le empujaban con fuerza casi extinta logró ver el estandarte de Argus, alto e imperioso, y fue revivida por el grito lleno de júbilo propio de sus compañeros y subordinados.

¡Salve Lady Séni, teniente de Argus, Capitana de la Cuaderna del Este!

Todos al unísono elevaban elogios a su líder, quien valientemente se detuvo en la barricada de la meseta y luchó hasta la muerte, defendiendo su ideología, costumbres, sueños, Reino…   …Murió y regresó, a colmarse del júbilo mortal, a saciar su boca con las mieles del triunfo.

jueves, 12 de mayo de 2011

Canta y no llores.

Las gotas de lluvia se deslizaban bordeando  su sombrero hasta caer pesadas frente a sus ojos, la jornada trajo cansancio, lluvia y caminatas indeseadas. Las calles eran ríos y él un alma que vagaba solitario por el Aqueronte, sin mucho que ver salvo aquellos  recuerdos volátiles de monótonas actividades, cerró los ojos y empezó a llorar.

Las lágrimas perdían su salinidad al mezclarse con las gotas de lluvia justo antes de inmolarse al vacío desde su mentón.

De repente, un canto enérgico lo abstrajo de sus pensamientos, una mujer corría y cantaba bajo la lluvia, el peso del agua desgarraba parcialmente su vestido; con una voz góspel que irradiaba  energía inaudita saltaba entre charcos, ella se acercó sonriente y cuando estuvo lo suficientemente cerca le besó con pasión.

Con una enorme sonrisa le miró mientras acariciaba su rostro, sosteniendo la mirada empezó a cantar  y se alejó bailando.

miércoles, 11 de mayo de 2011

Miedo.

Tratando de caminar siempre en línea recta, sin mirar atrás, así sus pasos dejaban una huella única y con el andar mismo  abrazaba eternamente un viento nuevo. Nadie supo si en verdad buscaba meta alguna, si meditaba en los largos caminos; anunciando la vida o anunciando el peligro, nadie nunca lo supo.

Nunca se detuvo, no lloró ni regresó.

Por desgarradora que fue su partida, cientos de historias bañadas en  valentía o  revelación fueron relatadas por  la imaginación colectiva, sin conocer jamás el nombre oculto y cambiante del ser que por miedo abandonó su casa.

martes, 10 de mayo de 2011

En el soplar del viento

¿Cuántos años más deben pasar?, ¿cuántos caminos más debes recorrer? Antes de ser llamado hombre.

Cuantas veces has cruzado su mirada al encontrar su rostro entre los habituales en la acera, pero ella ni se inmuta de tu presencia, te ve sin mirarte, le sonríe al viento como burlándose de tu expresión suplicante. Ella, en las rocas que dan al mar, vuelve a nacer en el viento que la acaricia suavemente en las frías tardes de otoño.

¿Cuántos años más deberán pasar? ¿Cuántos caminos más deberás recorrer para que ella te mire sin verte, y notar que ya eres un hombre? La respuesta, mi amado hermano, sopla en el viento que la estremece, el mismo que al sentirlo esta tarde de mayo, te ha pedido ser tú quien la vea nacer una vez más.

Suicidio.

No busques la razón que te trajo hasta acá, no hay tiempos para recuentos  ni arrepentimientos súbitos, no maldigas los frutos que en otrora sembraste sin pensar. Te pregunto yo aterrorizado mortal: ¿Qué harás ahora? Cuando el viento mismo es un bosque de agujas.  ¿Cómo dormirás? Cuando tu alma ya cansada arrastra cadenas impropias a la edad.

Ahora sólo reniegas y reniegas sin parar, mas el coraje usado para tan íntimo acto fenece pútrido bajo la carne que lo concibió. Retaste a dioses, a tu familia, a tus hermanos. Te creíste dios sin pensar que con aquel acto renunciabas a ser humano, un alma sin ninguna asunción.

Llorabas por  vivir, ahora gasta tus lágrimas al verte partir.

lunes, 9 de mayo de 2011

Tan joven y tan viejo.


Lo primero que quise fue marcharme bien lejos;
en el álbum de cromos de la resignación
pegábamos los niños que odiaban los espejos
guantes de Rita Hayworth, calles de Nueva York.
Apenas vi que un ojo me guiñaba la vida
le pedí que a su antojo dispusiera de mí,
ella me dió las llaves de la ciudad prohibida
yo, todo lo que tengo, que es nada, se lo dí.
Así crecí volando y volé tan deprisa
que hasta mi propia sombra de vista me perdió,
para borrar mis huellas destrocé mi camisa,
confundí con estrellas las luces de neón.
Hice trampas al póker, defraudé a mis amigos,
sobre el banco de un parque dormí como un lirón;
por decir lo que pienso sin pensar lo que digo
más de un beso me dieron (y más de un bofetón).
Lo que sé del olvido lo aprendí de la luna,
lo que sé del pecado lo tuve que buscar
como un ladrón debajo de la falda de alguna
de cuyo nombre ahora no me quiero acordar.
Así que, de momento, nada de adiós muchachos,
me duermo en los entierros de mi generación;
cada noche me invento, todavía me emborracho;
tan joven y tan viejo, like a rolling stone.

Joaquín Sabina.


domingo, 8 de mayo de 2011

Templanza.

Sin percatarse de sus palabras, bajo la luz lunar y cobijada por la fiebre Lady Séni deliraba; entre cánticos tildados de agonía su voz se marchitaba lentamente. In girum imus nocte et consumimur igni  y su cuerpo se arqueaba convulsionante sobre el suelo.

In girum imus nocte et consumimur igni, y sus ojos relataban duelos de antaño. Lady Séni se inmolaba en guerras internas que desesperadas clamaban paz, la fiebre tropical debilitaba su cuerpo, destrozaba su espíritu. In girum imus nocte et consumimur igni, Ladi Séni se repetía rápida y tortuosamente, hoy se cumplía  el primer año desde el encuentro con Lord Joack, hace un año fue ella quien sacrificó su salud por salvarle la vida siguiendo la voluntad de su dios y las costumbres propias de la sorelidad.

In girum imus nocte et consumimur igni, y en sus sueños desfilaban orgullosos y salvajes demonios de múltiples cabezas, mas siempre su voluntad salía a flote y poco a poco, con  la llegada del alba las sombras lúgubres de enfermedades mortales se iban difuminando.

In girum imus nocte et consumimur igni, dijo en voz alta Lady Séni mientras abría los ojos y vencía la muerte.

Y con Homero somos 5.


Deambulando por las calles de la ciudad, aturdido y abrumado por esas vicisitudes que inevitablemente atormentan la existencia, un joven caminaba y entre pensamiento y pensamiento le fue imposible evadir la mirada serena - calmada- de un pequeño cachorro que atisbaba fijamente desde el aparador de una tienda de mascotas.

La mirada del cachorrito le calmó de golpe toda la agonía que llevaba en el alma, así que se dirigió a la tienda y compró al cachorro. Mientras estaban en casa se dedicó a brindarle todo su cariño, amor y todas esas cosas buenas que se pueden dar. Y así fue hasta el otro día.

Cuando el joven se levantó a saludar a su pequeño can, éste había fallecido en la madrugada y de nuevo otra terrible desazón le sacudió. En medio de la rabia y una tormenta de maldiciones, hubo espacio para la reflexión en esa perturbada cabeza.

Al final, el poder entender que aunque todos los problemas se acumulen encima de nuestras torturadas existencias, el alivio y la tranquilidad se pueden presentar de la manera más inesperada y que aunque parezcan abandonarnos de nuevo en medio de nuestra miseria, que la esperanza de que el alivio, la tranquilidad y la felicidad volverán.

Lord Walker.

viernes, 6 de mayo de 2011

El Adiós sin despedida

Cuando Matías entro a la habitación de Lucía, solo encontró sabanas revueltas y el armario vacío, desconcertado bajó corriendo las escaleras de la mansión y con un aire lúgubre manchado por la rabia, le suplicó a su buen amigo Lautaro que le diera explicaciones del paradero de su Luz. Lautaro solo pudo lanzar una mirada al suelo y pedirle angustiosamente a Matías que se sentara, esto solo enfureció más al emprendedor joven.

Matías siempre había tenido un temperamento cálido y calmado, pocas veces permitía que la rabia, el orgullo, o la envidia se colara en su actuar; pero nunca hubo día como aquel en su vida, nunca quiso apaciguar menos los brotes de ira traídos por el desconcierto.

-… él llegó más temprano de lo que la gente decente llama a las casas ajenas, y con papeles en mano reclamo a Lucía bajo su custodia, acusó a mi madre de querer quedarse con su herencia, ni si quiera se preocupó por ella, solo vociferaba sobre la herencia mientras sacudía los papeles.

-¿y Lucía?, ¿Ella se defendió? Ella siempre se defiende Lautaro, como permitió semejante atrocidad

-Aquel hombre amenazó con denunciar a mi madre y a mi padre por secuestro si ella no se marchaba con él y lo que me espetó en su defensa fue su consideración conmigo y con mis hermanos, apelando a su falta de padres no quería dejarnos a nosotros sin los nuestros

-¿Y su paradero actual?

-En el aeropuerto, rumbo a una tierra lejana de la que nunca he conocido hombres y solo cobardes.

Día tras día Matías lo vivió con la secreta esperanza que encontrar el sol de la mañana reflejado en los rizos dorados de Lucía, bajando por las escaleras principales, la tarde adornando el estival aroma con su dulce piel y la noche encendida por sus preciosas piernas. Noche tras noche Matías soñó el reencuentro, esperanzado en encontrar en sus ojos el profeso amor que nunca se dieron la oportunidad de ver florecer

por chicos… por chicos…

jueves, 5 de mayo de 2011

Heraldos Negros.

Hay golpes en la vida, tan fuertes ... ¡Yo no sé!
Golpes como del odio de Dios; como si ante ellos,
la resaca de todo lo sufrido
se empozara en el alma... ¡Yo no sé!

Son pocos; pero son... Abren zanjas obscuras
en el rostro más fiero y en el lomo más fuerte.
Serán talvez los potros de bárbaros atilas;
o los heraldos negros que nos manda la Muerte.

Son las caídas hondas de los Cristos del alma,
de alguna fe adorable que el Destino blasfema.
Esos golpes sangrientos son las crepitaciones
de algún pan que en la puerta del horno se nos quema.

Y el hombre... Pobre... pobre! Vuelve los ojos, como
cuando por sobre el hombro nos llama una palmada;
vuelve los ojos locos, y todo lo vivido
se empoza, como charco de culpa, en la mirada.

Hay golpes en la vida, tan fuertes... ¡Yo no sé! 

Cesar Vallejo

miércoles, 4 de mayo de 2011

Condena.

¡Qué lindo que es soñar!  Se repetía constantemente Lady Fermäi. Sin embargo sus ojos describían la tristeza propia de años agobiantes; se encontraba aún encerrada en una mágica crisálida que perpetua flotaba por el mundo. Fue abrazada en las solitarias mañanas gracias al cálido Sol diario y perdonada por el viento en los ocasos primaverales.

Siete años, tres meses, veintidós días han pasado desde la maldición lúgubre propiciada por aquel malvado mago. Esperanzada soñaba encontrar un quimérico príncipe que con sabiduría y determinación lograse flanquear vicisitudes, con resignación aprovechó su condena para contemplar la creación divina, con tristeza descubrió que el tiempo marchitaba su piel y cordura.

Como un alma en pena, recorrió cual astro un mundo bañado por sus penas.