Algo me hace sentir inmortal pensó en voz alta el gran alquimista Lemoth mientras terminaba de engullir aquel viscoso brebaje; hace pocos meses descubrió la fórmula química con la cual las células se descomponían con una lentitud considerable. Sin embargo; cuando salió de su laboratorio y regreso a la cama marital, notó con tristeza el polvo en las sábanas acompañando una nota llena de hongos.
“Me marcho; buen viento y buena mar. Efímeramente tuya, Cloe”
Nuevamente en su casa, ahora en invierno, con la nota aún en la mano empezó a caminar por la sala, arrojó los papeles a la chimenea y se sirvió un poco más del veneno de flores que había preparado.
Algo me hace sentir inmortal, repitió una vez más antes de morir.
El eterno olvido del ser amado hace tanto como la vida tortuosa y vil de un inmortal.
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