La sala de guerra se levantaba con pilares incrustados en la ladera Sur de la colina, la mitad tallada en la roca misma en forma de hexágono elevándose diez metros sobre el suelo hasta encontrar un techo liso el cual lindaba con media cúpula. La parte externa de la sala de guerra era un paralelepípedo alto terminado en la media cúpula que bordeaba la colina; la entrada a la sala estaba custodiada por seis guerreros tallados en piedra, cada uno representaba las seis regiones del Este y sus fundadores. Dentro de la sala una gran mesa de ébano pulido cubierta de cobre recibía a los generales de cada división, frente de ésta una gran silla en hierro y plata relucía como un pequeño trono para el capitán de la cuaderna.
Lady Séni atravesó el corto pasillo custodiado por los grandes Ser de la antigüedad hasta el portón doble que se abría para recibirle, una vez adentro los sargentos le saludaron con una venia lenta y cordial. Lady Séni los saludo uno a uno y con extrañeza notó la ausencia de Ser Duncan, sargento de el valle Gris al Nort-Este.
-Ser Duncan falleció hace una semana intentando mantener el paso que lleva desde los valles hasta acá –dijo Ser Allaham, sargento de las colinas del Norte.
-Una triste noticia según veo –replicó Lady Séni-Pues bien hermanos míos, tiempos grises nos agobian mas debemos encontrar solución a todo esto, es probable que se desate una guerra en el corazón del reino, sin embargo; distamos mucho de él, ¿Qué noticias tenemos sobre ésta extraña incursión?
-Los bárbaros empezaron a desplazarse hacia acá hace tres semanas, tras quince días de viaje llegaron al ducado de Ser Duncan y arremetieron con fuerza, por fortuna antes de lograr romper las barreras de la empalizada, ellos consiguieron tomar el camino del sur que atraviesa el bosque espeso, de ésta manera así resguardaron a la mayor parte de la población –dijo Ser Allaham- sin embargo Ser Duncan luchó con sus hombres hasta la muerte misma.
Un pequeño silencio enmudeció la recamara, luego Lady Séni continuó consultando.
-Los bárbaros no acostumbran a atravesar las colinas, sus caballos se hacen torpes y el aire fuerte de los acantilados sumado al calor sureño les molesta, ¿Qué sabes mi querido Ser Allaham sobre esto?
-Todos los bárbaros empezaron a llevar una pequeña insignia en sus estandartes, una luna menguante que sangraba en forma de mano, seré sincero; no conozco rey, artífice, legión alguna que acostumbre a llevar ese símbolo, no muchos lograron vencer el miedo a las colinas y sus desfiladeros pero fueron los suficientes para arremeter con más de ochocientas espadas, estimamos que en el ducado de viento frío, aún cerca de dos mil quinientos hombres acampan esperando tomar valor, oh ¡Pobre Ser Duncan! No logró tener un entierro digno.
-Pero murió con el honor más grande.
-Es verdad mi lady.
Tras un día completo en consejo, sólo dos opciones tenían; dar aviso y resguardar los caminos que llevan de allí a la capital de Argus sin contar que deben detener la arremetida de aquellos bárbaros. Lady Séni dispuso dos grupos, ella en unión a otros cuatro sargentos con sus hombre de honor hicieron rápidamente un censo, todo hombre capaz de alzar un arma con brío empañado en honor debería acompañarles a cerrarles el paso por las colinas, pues a campo traviesa los bárbaros tenían la ventaja, ahora bien, era conveniente actuar con premura.
Proteger a Argus será vuestra prioridad.
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