¡Muertos, todos muertos! Lady Séni se levantó mientras poyaba su peso en la espada larga, el escudo astillado había traspasado entre pequeñas abolladuras en el camisote de mallas perforando así su antebrazo y dejándolo inútil. Una lenta e infructífera mirada sondeó el entorno, en el suelo se mezclaban los cuerpos de aquellos bárbaros del Este y de sus hermanos Argureanos, juntos todos –muertos todos-.
Con un hálito de coraje se arrancó el escudo y las astillas, buscó otro y volvió a armarse. Avanzó por el campo esquivando cuerpos, armas, charcos de sangre. Decidió tomar por el pequeño camino que bajada de la meseta a una planicie, cuando sus pasos le empujaban con fuerza casi extinta logró ver el estandarte de Argus, alto e imperioso, y fue revivida por el grito lleno de júbilo propio de sus compañeros y subordinados.
¡Salve Lady Séni, teniente de Argus, Capitana de la Cuaderna del Este!
Todos al unísono elevaban elogios a su líder, quien valientemente se detuvo en la barricada de la meseta y luchó hasta la muerte, defendiendo su ideología, costumbres, sueños, Reino… …Murió y regresó, a colmarse del júbilo mortal, a saciar su boca con las mieles del triunfo.
AVE AVE!
ResponderEliminarLo que siempre la estuvo buscando, finalmente la encontró.
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