Deambulando por las calles de la ciudad, aturdido y abrumado por esas vicisitudes que inevitablemente atormentan la existencia, un joven caminaba y entre pensamiento y pensamiento le fue imposible evadir la mirada serena - calmada- de un pequeño cachorro que atisbaba fijamente desde el aparador de una tienda de mascotas.
La mirada del cachorrito le calmó de golpe toda la agonía que llevaba en el alma, así que se dirigió a la tienda y compró al cachorro. Mientras estaban en casa se dedicó a brindarle todo su cariño, amor y todas esas cosas buenas que se pueden dar. Y así fue hasta el otro día.
Cuando el joven se levantó a saludar a su pequeño can, éste había fallecido en la madrugada y de nuevo otra terrible desazón le sacudió. En medio de la rabia y una tormenta de maldiciones, hubo espacio para la reflexión en esa perturbada cabeza.
Al final, el poder entender que aunque todos los problemas se acumulen encima de nuestras torturadas existencias, el alivio y la tranquilidad se pueden presentar de la manera más inesperada y que aunque parezcan abandonarnos de nuevo en medio de nuestra miseria, que la esperanza de que el alivio, la tranquilidad y la felicidad volverán.
Lord Walker.
Son golpes tan fuertes... En aciagos tiempos templarán nuestro carácter. Fortaleza Lord Walker, entereza al día siguiente además.
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