Ante los ojos de Marlene la realidad se transformaba, miró su mano derecha recién operada, la férula blanca parecía palpitar con ritmo propio. Toon tuc toon Toon tuc tat Pequeñas flores peludas empezaron a emerger, danzaban rítmicamente mientras duendecillos verdes saltaban de pétalo en pétalo. De repente, la suegra de Pantaleón -el más errático y alcoholizado- empezó a corretearlo con un pequeño cañón que disparaba limones. Cuando un lelocotonesco limón le golpeó, el quedó atrapado en una esfera que rebotaba sin parar hasta salir de ese universo llamado mano y aterrizó sobre unas arrugadas hojas llenas de operaciones matemáticas. Cuando fue estrellado contra las inecuaciones diferenciales, Pantaleón empezó a crecer y volverse metalizado, como un cybor de extraña tendencia vegetariana. En definitiva, el estrés y los champiñones salvajes nunca deben mezclarse.
martes, 3 de enero de 2012
lunes, 2 de enero de 2012
La Gloria Del Ahora.
Las llamas consumían rápidamente
el bosque, tornados de humo se elevaban y condensaban oscureciendo el matutino
cielo; doblegados por el calor los Hombres
sin Luz avanzaban desesperados, las hileras de lanzas atravesaban su carne royendo
armadura de cuero tachonado. Lady Séni arrancó
en embestida contra los hombres que saltaban del bosque hacia la entrada del valle,
en el trotar de su caballo llevaba consigo la confianza de su rey, la esperanza
de los hombres de la Cuaderna del Este y la espada vengadora que resarciría la
muerte de Ser Duncan. Arrastró con una docena de contrincantes, con espada en
mano se apeó y mientras gritaba, la sangre tibia de sus oponentes le sumaba
confianza, coraje, precisión.
Unos jinetes lograron asesinar a
alguno de los soldados que estaban talando los árboles, permitiendo así un
ligero ataque por el flanco derecho, hicieron sonar cuernos gruesos y lúgubres,
en pequeños grupos intentaron encerrar a los Argureanos allí presentes; sin
embargo, las maniobras tácticas de Ser Allaham permitieron reforzar la
retaguardia. Así se encontraban los soldados de Argus, intentando evitar el
paso de los Bárbaros de Las Tierras Ásperas, encerrados entre las colinas y sus
enemigos, condenados en una mano mortal que se cerraba lenta y eficazmente.
Ser Allaham ordenó que sus
hombres se formaran en delta los jinetes y en cuadrado los soldados con escudos
paveses. Intentando así crear un muro que contuviera las arremetidas de aquellos
bárbaros, todo su poder de fuego se centraba en arqueros protegidos. Por otra
parte lady Séni ordenó que sus jinetes avanzaran envistiendo e intentando
rodear yendo hacia el fuego, sus opositores no intentaron detenerlos puesto que
serían ellos los atrapados entre el muro de fuego. Aprovechando la distracción,
ella salió corriendo e hizo señas a su guardia personal, todos fueron
velozmente hacia los árboles que faltaban por talar, con las hachas allí
abandonadas terminaron el trabajo, pero una lanza que fue arrojada desde un
caballo surcó el cielo hasta aterrizar en ella.
Todo fue oscuro.
El caos comenzó a gobernar en el
campo, la fortaleza de los defensores empezaba a flaquear. La guardia personal
embriagada por la ira arremetió contra los pocos jinetes que habían pasado en
ese momento mientas los otros bárbaros quedaban encerrados entre un muro de
piedra, el angosto camino, el bosque talado y sus compañeros en abatimiento.
-¡Han matado a Lady Séni!-
gritaron los hombre allí cerca. Ser Allaham que avanzaba empujando a los
bárbaros contra el bosque vio el cuerpo caído de su compañera; una lágrima
empezó a empozarse mientras sentía que el tiempo se detenía, pequeños recuerdos
pasaron frente a sus ojos como un desfile nostálgico lleno de amor.
¡Por la vida de los hombres y la
gloria de los mismos! ¡Ante ti amiga mía, que la sangre derramada nazca cálida
en los compañeros que hoy temen morir¡ ¡Por un día sin mañana, por la gloria
olvidada y las tierras libres! Dicho esto, Ser Allaham empezó una embestida
brutal, todos los Argureanos gritaban ¡libertad! Mientras se abrían paso entre
sus enemigos. Todos juntos eran partícipes de una mortal danza, sincronizada,
perfecta.
Los Bárbaros de las Tierras
Ásperas y aquellos Hombres sin Luz que sobrevivieron a la embestida fueron
empujados contra un muro de fuego que crecía purificando aquella tierra
mancillada con la sangre de una guerra. Olvidando el mañana eran héroes del
ahora.
domingo, 1 de enero de 2012
Comienza La Batalla.
Una luna plateada y dos estrellas
doradas fulguraban impetuosas sobre el casco de Lady Séni, su armadura de plata fría hecha con
delgadas capas sobrepuestas y entre éstas sedas púrpuras encabezaba la fila de
jinetes que orando avanzaban hacia el Norte. Los sacerdotes entonaban cánticos
sublimes que llenaban de paz a los combatientes. Caminaban lento, sin prisa ni
temor, el sol se levantaba majestuoso calentando sólo una parte de su rostro
mientras el aire aún frío del amanecer generaba en ellos la sensación de un
largo y calmado sueño. Con delicadeza empezaban a vislumbrar el umbral de su
destino; frente a ellos el Valle Gris se erguía imponente, cubierto de
árboles vestidos de musgo y sabiduría.
Era hora de la verdad…
Los jinetes comenzaron a posicionarse
en pequeños bloques, apoyando la lanza larga en el escudo pavés, el brío de los caballos embriagaban
de poder a los soldados allí presentes, al compás de las hachas los soldados
golpeaban la defensa de sus espadas contra el escudo, algunos arqueros se
desplazaban entre los árboles buscando posiciones ventajosas mientras
tarareaban cánticos de guerra. Como olas marinas que se desplazan una tras
otras, los jinetes empezaron a hacer sonar sus cuernos, majestuosos golpes de
aire que mecían el musgo del lugar y calentaban los corazones de los allí
presentes. Todos los arqueros en a grupos de diez lanzaron al aire una flechas
silbadoras que cortaban el sonido de los tambores cual cantos de águilas.
La guerra de guerrillas fallaba
sin emboscada, desesperados por no poder atacar algunos Hombres Sin Luz empezaron a acercarse arrojando inútilmente sus
lanzas. Como contrapartida, pequeños grupos de batidores empezaron a
desplazarse furtivamente por entre el bosque, presenciando la desesperación de
no poder pelear de frente, sabían que la única forma de empujar a estos
bárbaros a una descompensada guerra táctica era sesgando las posibles retiradas.
Se enfrentaban a un designio más grande que ellos, comenzaron a quemar de forma
equidistante algunas partes del bosque, los Hombres sin Luz se congregaron
contra ellos y entre golpe de lanzas o espadas les fueron diezmando; sin
embargo el daño estaba hecho. El bosque comenzó a crepitar indomable, el viento
del Norte barrió y alimentó las llamas, la corriente que bajaba de las montañas
hasta el lago era ahora un muro de fuego que crecía despiadadamente. Sin otro
camino que tomar los jinetes y guerrilleros sólo podían encontrar refugio lejos
del fuego en un pequeño paso en el Este, donde con cánticos les esperaban los
guardianes de la Cuaderna Este de Argus, la melodía de una batalla anunciada.
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