Como un baile llegan a ellas las sensaciones, inmensas alegrías y sonrisas;
niños cantando por doquier. Unos leves haces cálidos contrastan con el aire frío de una mañana joven y enamorada,
mientras el olor a manzana empieza a elevarse y condensarse entre las hojas;
impregnan cada centímetro del árbol, se mezclan con el rocío matutino, se
amalgaman, se aman.
La tristeza es la muerte lenta de esas simples cosas, con cada manzana arrancada y con cada árbol movido, de la alegría verde mate al colorido de las hojas otoñales que en días previos enamoraba el paisaje, sólo queda un desfile de hojas suicidas y árboles desnudos, proyectiles de piel marrón que se inmolan al suelo comprendiendo que sus cosas queridas son tal vez ausentes y la alegría de la hermosa primavera no es más que un recuerdo lejano devorado por el tiempo. Abandonan este mundo con una sabiduría inmaculada, con el entendimiento pleno de haber amado y vivido, de haber sentido cada viento en sus delicados filamentos.
La tristeza es la muerte lenta de esas simples cosas, con cada manzana arrancada y con cada árbol movido, de la alegría verde mate al colorido de las hojas otoñales que en días previos enamoraba el paisaje, sólo queda un desfile de hojas suicidas y árboles desnudos, proyectiles de piel marrón que se inmolan al suelo comprendiendo que sus cosas queridas son tal vez ausentes y la alegría de la hermosa primavera no es más que un recuerdo lejano devorado por el tiempo. Abandonan este mundo con una sabiduría inmaculada, con el entendimiento pleno de haber amado y vivido, de haber sentido cada viento en sus delicados filamentos.
El sol, la lluvia, los predadores, la tempestad...
Han vivido y sufrido, abrazando la gloria y el miedo, a veces al tiempo, a
veces en proporciones iguales. Es ahora el viento ausente de luz solar el que
las golpea, revolcando sus cuerpos moribundos a la par que los estampillaba
contra las pequeñas colinas, torbellinos
de muerte decían los antiguos, y en la agonía de su despedida, en el dolor
de su despedida, comprendían que lo vivido y encantado no podía ser jamás
olvidado por más fuerte que embistiera el viento.
El olor a manzana era reemplazado por la densidad de agua en el aire y el
sabor a tierra en la distancia, era el fin, pero un bello fin; la terminación Molto de una hermosa sinfonía que les
enseñó a amar los pequeños detalles, las cosas simples que el tiempo mata, las
cosas simples que brindan magia.
Uno vuelve siempre a los viejos sitios donde amo la vida.
ResponderEliminarEs de una canción fundamental, muy bueno!!!!
Sí, en gran parte esa canción influyó en los sentimientos que tenía cuando la escribí.
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