miércoles, 14 de marzo de 2012

Sin añorar.


Probablemente siempre hemos de perdernos en pequeños instantes, que raudos nos absorben y recordamos con nostalgia tiempos en los que creíamos nada más importaría. Vamos caminando lentamente, abstraídos y anacrónicos,  sintiendo que lo bello es historia, que el mundo no es justo. Añoramos el pasado más que la muerte, sentimos más las tristezas imaginarias que las virtudes diarias.

El tiempo condenatorio es el mismo tiempo salvador. Ayer éramos víctimas de historias perversas, de situaciones incómodas y si fue el tiempo de  mano de la historia quien borra las personas, es ese mismo quien  transforma lo cotidiano en mágico e invita a compartir y a recordar con pequeños destellos de alegría aquello que si bien fue hermoso, probablemente fue también sobrevalorado.

Por eso amiga mía, no añores la muerte ni el pasado, que vivir en historias ya contadas es abrazar la muerte, es despellejar e ignorar la vida. 

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