jueves, 7 de julio de 2011

Amanda

Amanda tenía el pelo negro como el carbón, tan liso y tan largo que cuando se lo soltaba parecía una cascada a media noche, el pelo de Amanda era lo que más admiraba Manuel, quien la conoció cuando apenas era una pequeña que saltaba entre los charcos que se formaban tras los aguaceros de otoño.

Manuel creció primero que Amanda y debió partir a la fábrica del barrio para llevar monedas a casa para así poder alimentar a sus pequeños hermanos, Amanda que seguía en la escuela cruzaba todo el barrio en sus vestidos llenos de color para encontrarse con él en el descanso del medio día, todos los días durante varios años.

Son cinco minutos, la vida es eterna en cinco minutos, suena la sirena, de vuelta al trabajo, y tu caminando lo iluminas todo, los cinco minutos te hacen florecer.

Apenas comenzaba el otoño, y Manuel llevaba un delgado anillo de plata para pedirle a Amanda darle el regalo de su compañía por el resto se su vida, Amanda no recordaba haberse sentido tan feliz en toda su vida. Orgullosa lucía su anillo aguardando el día veintiuno de ese mes, justo en el regreso de un corto viaje de Manuel a la Sierra.

Que partió a la Sierra y en cinco minutos quedó destrozado, suena la sirena, muchos no volvieron, tampoco Manuel.

Amanda ya no tenía el pelo tan negro como el carbón, ni tan liso ni tan largo, el día veintiuno se lo había cortado aún más corto de lo que lo solía llevar Manuel. Amanda tiene el pelo tan corto que los niños del barrio piensan que es un señor, sus vestidos se han hecho grises por la pena y ya pocas cosas la hacían sentirse orgullosa, ya nada como el delgado anillo de plata que lleva en el dedo anular de su mano izquierda.

2 comentarios:

  1. ¡Oh por Dios! ...no lo venía venir.

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  2. Esta bueno, porque si cambias algunas cosas o le da´s un final más felíz, se puede entender como un cambio de sexualidad de Manuel por Amanda,....me gustó, seguí escribiendo

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