Todo el paisaje era borroso y ligero. Un trance profundo empezaba a dominar la voluntad de Greca, sin embargo; aquella extraña paz era violentada por un pequeño graznido de dolor acompañado de un fuerte aleteo, y de otro, y otro…
Greca intentó reaccionar pero ya era muy tarde, Gregorio se adelantaba sonriente en un ritual ancestral, cada nuevo silencio moría tras un crujir producido en sus manos fuertes; un crujir acompañado de un aleteo, y de otro, y otro.
Se acercaba, en pocos segundos Gregorio y Greca se verían de frente, uno a uno como dos rivales ancestrales; cuando al fin llegó el momento final, aquel insípido destino revolvía el estómago de greca, ella empezó a gritar y llorar, suplicaba por su vida, anhelaba perdón, compasión.
¡CRACK!
Gregorio sacrificó a greca para su almuerzo de fin de año sin saber que una de cada diez gallinas entienden lo que es la muerte.
Hermosa alegoría a la cotidianidad .
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