lunes, 10 de enero de 2011

Aprendizaje.


Noviazgos al azar, visitas furtivas a camas plenas, la compañía de una meretriz o el encanto de joviales enamoramientos; nada de esas tontas banalidades habitaba en la cabeza de Luan, desde pequeño las seductoras líneas de una buena novela escrita o los ejercicios básicos de matemática eras sus amantes más fieles, ninguna persona sobre la faz de la tierra podía si quiera despertar una ínfima fracción del encanto que las ciencias le otorgaban. 

Con una vocación de misántropo, Luan decidió enfocar sus energías en dominar a las personas sin que éstas se percataran, por ello se vanagloriaba tras cada litigio ganado o en el momento en que sus movimientos en la bolsa eran sutiles e inesperados, también cuando para su goce personal lograba escribir crónicas literarias de enorme asombro y controversia.


La realización de todas sus metas se daba en tanto se propusiera algo, de ésta manera dominó la encantadora melodía del majestuoso piano de cola, o purificó su carácter a través de la comunión con las artes marciales japonesas. 

La suma de todas las virtudes agrupadas con conveniencia para dar origen al protohombre contemporáneo no lograrían si quiera brindarle una minúscula cantidad de conocimiento acerca del arcano y poco entendido campo del amor.


Toda esa utópica vida que a borbotones manaba dinero fue brutalmente interrumpida, al intentar defender una multinacional conoció el hermoso rostro de sus pesadillas, Kiragh era la más hermosa maldición, con gracia se anteponía a sus movimientos y con una sutil pero encantadora sonrisa podía darle fin a cualquier discusión. Un enorme bagaje se sumaba entre tantas cosas a su lista de cualidades, en verdad era una rival de temer.

De repente el caos...

Uno tras otros lo casos perdidos se empezaban a enfilar ante sus ojos siempre jactanciosos, tras cada derrota la malévola y enamoradora expresión de ingenuo goce otorgado por Kiragh. Los números, las ecuaciones, las reseñas, todo se iba perdiendo en los rincones más profundos de su insensible mente, todo salvo el rostro de su siniestra pesadilla, todo menos el rostro de su amada.

Luan se instruyó...

Devoró cientos de tratados sobre el amor, consultó pitonisas e incluso practicó deportes, cualquier estratagema concebible por el ingenio humano fue desarrollada en su cabeza; pero, ninguna de éstas le logró brindar la paz añorada.

Finalmente derrotado, Luan decidió derrocar su alma hasta el infame acto de reconocer la gloria ajena, visitó a Kiragh en su hogar de veraneo en el Mediterráneo, cuando él intentaba exponer sus ideas, la voz no lograba ser diferenciada del cotorreo de una bandada de pericos, sus manos sudaban, el rostro mostraba un insano color pardusco; moría de pie frente a ella, Kiragh, al notar tan curiosos síntomas, comprendió que era su deber brindarle aquello que la ciencia y el método no consiguió, por tanto, con la excusa de un café, le invitó a pasar.

Ese fue el comienzo del final de sus pesadillas y maldiciones...

2 comentarios:

  1. El amor es algo que nos sigue a cada paso de cada día, solo la compañía del ser amado parece mitigar la angustia que se produce al no encontrar su mano contra la nuestra.

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  2. Sólo el amor convierte el afán en paz.

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