viernes, 18 de febrero de 2011

Guerra fría.

Las esquinas se asemejaban  a un globo multicolor, calles adornadas de adoquines y  celofán le daban la bienvenida al primer día de primavera. Pedro, el tendero de barba espesa unida a una coleta  saltaba desnudo por las vitrinas de su negocio mientras cantaba viejas canciones del Rock.

Más arriba, como una apología al paraíso se codeaban  pudientes y menesterosos, juntos todos en la noble misión de crear su paraíso. Enfilados con baldes, desde el río cercano traían arena para construir su playa, una gran piscina hecha de un ladrillo verde enlamado era ahora la alberca donde recibirían los primeros rayos cálidos de primavera.   

Bañados por la música y el confeti recordaron lo innecesaria que es la guerra.

1 comentario:

  1. No se necesita la guerra, para hacer creer a las personas en ellos mismos.

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