Y el verbo se hizo carne…
Ante mí, firme y serenamente la representación de todas mis ideas se acoplaba perenne sobre mis manos; su dulce olor a ancestros sumado a aquel espíritu sabio contaba innumerables secretos que sobrepasan los tiempos. Me tome un ínfimo segundo de cordura y determinación para finalmente perderme en su imagen. Pasaron lo siglos y flotando en su eterica presencia, lo entendí.
Plasmé mi imagen en ella; con audacia y sin descanso me dedique a crear concibiendo las formas y los colores, el tiempo y espacio para finalmente perder la noción de los mismos; ahora, yo era parte de mi creación, su propio olor impregnaba mi ser, mi espíritu descansaba sobre esta.
Le contemple y una humilde paz recorrió mi ser, la llama divina de la creación me recorría, un energía indomable me poseía, grite hacia mis adentros, inhale más y más, para finalmente dar ese tierno suspiro de vida.
Me proclamaron Dios, pero les asegure que era un humilde carpintero.
Me proclamaron Dios, pero les asegure que era un humilde carpintero.
no dejas de sorprenderme... valiosa pieza
ResponderEliminarMe gustó mucho la frase del final... ¡Buena Jeppeto!
ResponderEliminar