I want to die free…
Se repetía constantemente Rogelio, el único conejo emo en toda la comarca, mas cualquier intento por expresar su carácter – por así definir todas las cosas que los medios le invitaban a imitar- era repudiado y ultrajado por la comunidad de conejos.
Nadie le entendía, ningún otro conejo podía si quiera comprender las injusticias e improperios que el destino esgrimía contra él. Estaba solo, realmente solo. Una mañana, en la segunda semana de Abril, a la conejera llegaron de visita unos primos distantes, la Familia Smith, entre ellos venía Maya Soñadora, quien con su pequeño afro y caderas marrones –como las praderas de su tierra natal- despertaba el color y el amor en los corazones agobiados por el frío.
Maya no demoró en notar la presencia abrumada de Rogelio. ¿Cómo un conejo de tan blanco pelaje puede sentirse triste? –se preguntaba ella todo el tiempo- Sin importarle sus respuestas monosilábicas o los temas sobre zanahorias que no son sembradas para él, empezó a entablar una charla diaria con Rogelio mechones caídos –tal cual el conocían en la comarca-
Rogelio lentamente se empezó a enamorar de Maya, quien sin mostrar condolencia o irrespeto le ayudó a redescubrirse. Juntos comenzaron a pasear por las llanuras cercanas robando hortalizas que los humanos gustosos les facilitaban, juntos descubrieron un tierno y apasionado romance. Así, cuando Rogelio abandonó la tonta idea de ser emo todas las familias allí reunidas empezaron la mayor festividad de los tiempos remotos, estaban felices porque Rogelio “dejó la pendejada”.
All you need is carrot, all you need is carrot…♪♫♪
Cantaban todos juntos.
Las caderas morenas son la luz para el conejo confundido.
ResponderEliminarA veces nos perdemos en los mejores atajos.
ResponderEliminarVolverá a ser emo, volverá...
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