sábado, 16 de abril de 2011

La Espera, parte I

Las gotas de rocío brillan majestuosas sobre el césped del parque principal, milagro que presencias cada mañana al abrir las cortinas de tú cuarto, cuando permites que tus rizos al sol iluminen el rostro de tu madre, quien con amorosa mirada, te espera desde el marco de la puerta para darte el beso de buenos días.

En esos días el más esperado regalo era la llegada de las vacaciones, que te permitiría dormir hasta tarde y te invitaría a salir a jugar con tus amigos en el jardín.

Las mañanas heladas no se comparaban en nada con la salida del sol como despertador, pero es hora, el colegio aguarda, y en faldas hasta las rodillas debes ir a estudiar, despidiéndote de tu madre y padre al terminar el desayuno.

En esos días el más esperado regalo era el encuentro con tus amigos en el colegio, y tramar con ellos los más divertidos encuentros; ir a cine, ir a nadar, ir a caminar.

Los rayos de luz han vuelto a despertarte, pero ya no hay rocío sobre el césped del parque principal, ya no hay parque porque no te encuentras en el mismo lugar. Otra vez salir a estudiar, sin madre que te espere en el marco de la puerta y sin padre que se despida de ti al terminar el desayuno, debes ir a estudiar, quieres ir a estudiar.

En esos días el más esperado regalo era recibir preciada educación para ayudar a un futuro mejor para ti, para tus amigos, tus vecinos y tus hijos.

Las mañanas heladas han vuelto, pero ahora su cálido cuerpo te abriga a tu lado, él ha estado durmiendo contigo dos años atrás, y en ese lugar el cual mantienen con un empleo modesto han decidido comenzar una familia, ya les han hecho ofertas de una mejor paga y el lugar en el que siempre han anhelado vivir se hace más nítido con el paso del tiempo.

En esos días el más esperado regalo es el lograr obtener el lugar en el cual edificar tú familia, su familia, la familia de ustedes.

Los rayos de luz que se asoman por la ventana de tu pequeño apartamento serían una bendición, si no siguieras allí, si te hubieran dado lo que te prometieron, lo que tanto anhelabas. Pero con su llegada no solo tus sueños se desmoronaron, también los de tus amigos, tus vecinos y tus hijos que no han nacido aun. Ahora trabajas todo el día porque ellos te obligaron a escoger, entre poder comer y tener un techo o sufrir todo el peso de su ley.

En esos días el más esperado regalo es su partida, o un rayo de luz verdadero que los ayude a negarse a sus dictatoriales demandas.

Las mañanas nunca han sido tan heladas, su cuerpo cálido junto al tuyo es lo más preciado que tienes en ese momento, lo que les han permitido conservar en el cuarto al que redujeron el pequeño apartamento, junto con su cama, una pequeña cocineta, un sillón y una mesita. En las paredes escondiste todos tus libros, o ellos se los habrían llevado también.

En esos días el más esperado regalo es su muerte, es lo que les deseas después de que ellos se la dieran a tantos amigos y vecinos que se opusieron firmemente a sus demandas.

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