…treintaidós puntadas y eso es todo- recitó Alpha al terminar de escoger el tamaño del nuevo saco que tejía para Vilho, tal y como se lo enseñó su madre. Que mejor que una acogedora tarde de invierno al calor de la chimenea para albergar tal empresa.
En las casas aledañas las personas encendían las luces de sus casas con un simple conjuro y lavaban los trastos con uno un poco más complejo, pero el noble arte de tejer jamás podría ser reemplazada por un sortilegio, pues entre puntada y puntada se anida el esfuerzo y el cariño de quien se destina horas para lograr una linda prenda.
El movimiento de las agujas es un sonido en el recuerdo de los inviernos, ningún sortilegio podría reemplazar tal enternecedora imagen de quienes dedican su tiempo a dar abrigo a quienes más quieren.
Por que entre puntada y puntada el asombro no se pierde, por eso jamás perderá su magia -ni aparecerá otra que la reemplace-
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