Las luces de la casa al fin se encendieron después de muchas noches de depender de las velas para adelantar los estudios del instituto al llegar del trabajo. Judy estaba con sus deberes en el comedor cuando sonó estrepitosamente la puerta. El padre de Judy, precavido, ordenó a quien estaba del otro lado avisar su nombre, y entre silbidos emocionados se escuhó al joven Wesley mencionar su nombre tembloroso al escuchar la voz del temido señor.
El joven Wesley había venido a invitar a Judy a la fiesta que habían organizado en la casa de en frente para celebrar la reconexión de la luz a su barrio, se quejó un poco con su padre de lo difícil que era para ellos ganarse la vida en la ciudad al tener el color de piel un poco más oscuro de quienes estaban en el gobierno, para que también les cortaran la luz, y por estos comentarios el padre de Judy le dio permiso de salir.
Wesley le comentó al oído que tenía una sorpresa para ella antes de dejar el porche de su casa y cruzar la calle, le dijo que vería de que se trataba al entrar a la casa en donde tenía lugar la fiesta, por lo que Wesley se adelantó para prepararlo todo. Al entrar por la puerta de en frente, con su vestido de golas que se iluminaba con las luces que estaban por todos lados, escuchó el sonido de un saxofón evocando un sonido similar al blues que tanto le gustaba, pero al escuchar al conjunto completo, descubrió que se trataba de algo completamente diferente.
Judy descubrió esa noche llena de colores extravagantes provenientes de los atuendos de los invitados, la magia electrizante del Rythm &Blues que los exhortaba a todos a bailar levantando sus piernas y sus manos con un frenético frenesí que recordaría por el resto de su vida.
La liberación otorgada por la música.
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