lunes, 28 de marzo de 2011

Olvido.

Y has clavado en mí, la daga del silencio; tan profunda, tan doliente, tan sincera… Un frío de plata acunado en mi alma que  en sollozos empoza los recuerdos tuyos, un veneno que no mata ni calma; hirviente y directo, eterno y sacrílego.



Partiste con tu luz dejándome sólo esta daga, clavada en mí cual ruiseñor que te loa, la cual eleva un altar a tu ausencia; el dolor, la angustia, tu olvido. ...Una lágrima que se hunde con el ocaso del mundo.

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