domingo, 27 de marzo de 2011

Sueños.

Amanecía, sin embargo el sol aún no se había erguido, empezó a caminar hacia el parque bajando por las escaleras blancas que cruzaban la calle, luego de descender se sentó, algo en el aire no estaba bien, miraba a su alrededor y se sentía solo, muy solo.  A lo lejos sonaba una suave melodía, Fur Elise, -la reconoció de inmediato- sin darse cuenta ya se encontraba persiguiendo un pequeño carro de helados, cuando por fin le dio alcancé a la moto, pidió un cono doble de tres sabores.

Papaya, melón, aguacate, cidra y chocolate.

Con su helado en mano regresó al parque, algo raro pasaba, algo raro había en el aire. Al retornar a su banca favorita notó como un árabe y un ninja la ocupaban mientras practicaban tantra frente a un camello. ¡Tantra! ¿Cómo alguien puede practicar tantra en invierno? –se preguntó-

Decidió sentarse en la banca de enfrente, pero su sándwich fue interrumpido por el camello que se le acercó. ¿Disculpa, me puedes decir la hora?  Muy amable el caballo preguntó.

-¡Oh por Dios! –exclamó asustado- ¡Me han robado el reloj!

Y así Martín arrojó la empanada que se comía y regresó a casa a buscar su reloj, mientras le rogaba a los cielos que todo fuese un sueño.

4 comentarios:

  1. Jajajajajaja, pobre Martín, los helados nunca le sabrán lo mismo, ni los sandwichs, ni los camellos, ni los caballos.

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  2. Cono doble
    de tres sabores
    Papaya, melón, aguacate, cidra y chocolate.

    Habrá que hacer un estudio numerológico. Al parecer la realidad de Martín se distorsiona al perder su conexión al mundo racional: el reloj.

    ¿Vale la pena perderlo? O ¿podemos vivir entre equinos y dromedarios?

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  3. Mi reloj se varó y perdió hace tiempo, ya me siento uno con los dromedarios.

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