Sobre el tejado miraban en el cielo amarillo como se quemaba todo el tiempo, lo que es, ya no tenía sentido. El ocaso bañaba el aire con misterioso olvido permeando su cuerpo de descanso sacro. Una idea y otra más, cada segundo era un letargo de paz.
Sus ojos se cerraron lentamente, el día había muerto.
La brisa nocturna acarició su negro cabello, en aquel trono de barro cocido sentía el mundo doblegado a su voluntad.
Paola se despertó por el bullicio de los gallos y la algarabía de los vecinos, gritos y gritos cortaban el alba, ¿Quién? ¿Quién? ¿Quién? ¿Quién habrá sido? Al sentarse en su tejado notó que la broma estaba hecha, de la marranera de su vecina doña Claudia, salieron varios marranitos en licras fucsias y verdes, rojas y azules. Sin más empezó a reír, más ésta dicha fue cortada por la mirada tajante de doña Claudia quien con un dedo le acusaba desde el suelo.
-¡Fuiste tú! ¡Fuiste tú Paola, ya pagarás! ¡Ya pagarás!
Y Paola supo que ésta vez sí que estaba en problemas. Sólo queda correr y olvidar el ayer. ¡Sin más huyó!
A petición de una amiga.
ResponderEliminarMuy bueno eso de vestir marranitos, pero no me cuadra lo de revoltosa, ja ja ja, pero se nota que ella es de buen corazón.Thank's :)
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