Arrastrando sus pies descalzos sobre la arena, como si llevaran cadenas, como si las que había usado durante tantos años aun pesaran sobre sus pies. No tiene lugar al cual llegar, su salida fue precipitada, incitada por un joven que necesitaba de su experiencia, no había notado, egoístamente, que para ese viejo el aire ajeno a la putrefacción ya no tenía nada de agradable, pues a diferencia de él, aquella persona que lo adornaba como único sol ya no quería verle más.
Dejar ir libera, mas no implica alegrar.
ResponderEliminarMe recuerda mucho a una situacion que atravese no hace mucho.
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