domingo, 31 de octubre de 2010

Maldición.

Nuevamente un fracaso, otro más sumado a la larga lista de decepciones, cansado por tan extenuante –no por menos decepcionante- jornada decidió humedecer sus labios con una buena pinta de cerveza antes de llegar a su casa. En ella, su gentil madre ansiosa esperaba la buena nueva con una grata sonrisa, al verle entrar y comprender tan desdichada expresión le abrazó con calor.
-No te preocupes, no te preocupes – dijo con su particular voz de consuelo- mañana te prepararé un baño de siete hierbas, así espantarás la mala fortuna.

Pero, ni las siete hierbas, ni las promesas de fe o las largas penitencias espantaron la desdicha, aquella mísera y sórdida mala fortuna. Amaneció, anocheció, los días se hicieron meses y éstos llegaron a años, cansado por su fracaso y cercano al suicidio decidió seguir el consejo de un antiguo amor.

Temprano en la mañana se encaminó a tan particular oficina, luego de recorrer los suburbios e incluso atravesar algunos templos de heroína o meretrices, llegó a su indolente, esperanzador y santérico refugio. Solamente beber éste vino y rezar tres veces en las mañanas un mantra ajeno frente a las fotografías de sus sueños haría que éstos se hicieran realidad.

Un día, dos semanas. ¡Tres meses!

Un buen puesto, carro elegante, una casa propia, cientos de amantes; nada mal para aquel emprendedor señor, nada mal, nada mal…

Cada día de éxito encerraba una noche de angustia, sus sueños impregnados por el temor le robaban energías, cada vez que sus ojos se cerraban la imagen de un pasado pordiosero arremetía contra su tranquilidad. Tan constantes eran su sueños nocturnos que, éstas pesadillas se apoderaron de sus suspiros matinales.

Los gritos de su pasado se hicieron tan reales, tan tangibles que les podía oír. Una mañana, frente al espejo desesperado por los lamentos y burlas de su reflejo se dispuso a asesinarle, se abalanzó sobre el vidrio y fragmentos de éste le desfiguraron el rostro descuartizando su  cuello, finalmente, cayó inerte en el suelo como un magante contemporáneo  bañado por su paria y cálida  sangre.

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