Allieth se ha marchado a tierras venideras. Al partir empacó sus más grandes sonrisas (mas las mías siguen floreciendo sin parar), su nombre puede ser canción de amor, su tacto tal vez mi confusión más dulce, su olor un hechizo para noches frías, puede ser aire, pasado, sueño y razón.
Su ausencia es cambio -un devenir desprovisto de dolor-, su partida una excusa extra para soñarla en cada respiración; cobijado por la plata lunar la siento besando mi piel, la invoca mi tacto cual respuesta a plegarias.
Esa cómplice que encuentra a las almas separadas por espacios celestiales te ha encontrado a ti también.
ResponderEliminarEso creo, eso espero...
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