martes, 23 de noviembre de 2010

2.8

Pocas personas pueden entender los motores que llevan al hombre a estancias tan misteriosas. Corría el invierno –de esos crudos e incomunicados inviernos- cuando la noticia de la desaparición de un grupo de novicias perturbó la tranquilidad de Whistler, un pequeño pueblo; lo que se suponía empezó como un paseo sin guía, de repente,  despertaba angustia y fraternidad entre los habitantes.

A pesar del temporal tan adverso, aquellos lugareños se adentraban a los agrestes pinares para buscar rastro de la caravana, mas los esfuerzos nunca rendían fruto, llegada la primavera, en la época en que la naturaleza sangra vida, un pescador logró avistar el bus en el cual las novicias se desplazaban; éste, sumergido en lo más profundo del lago. Una comisión de policías llegó al lugar para extraer el vehículo de su prisión.

Qué triste noticia el descubrir que el bus estaba completamente vacío, salvo por el conductor que aún permanecía aferrado al timón. Un forense determinó que las causas de la muerte fue un golpe a la altura de la nuca el cual desplazó las vertebras de manera tal, su muerte se dio ipso-facto. Cada vez más el misterio empezaba a surgir, el Teniente Leonard fue enviado para investigar tan particular suceso.

El bus partió de Whister rumbo hacia el Norte, por ese camino sólo a dos lugares se puede llegar, al lago por la derecha y hacia la zona las montañas donde existían cabañas de retiros y era pues el lugar de destino de las hermanas –dedujo el Teniente Leonard- sin embargo –añadía hacia sus adentros- el bus apareció sumergido lejos del camino de llegada, probablemente rodando colina abajo.

Tras hablar con los habitantes y leñadores empezó a ver la posible ruta por la cual el bus descendió, mientras tanto, los policías entrevistaban a los dueños de los hostales  y pensiones para así recopilar datos. Lamentablemente nadie daba razón de las víctimas. Ante un clima tan adverso la mayoría de las personas se resguardan frente a una chimenea –deducía el teniente Leonard- ¡Chimenea! –Exclamó con júbilo-  empezó a averiguar con los leñadores los lugares sobre la colina en los cuales existiera un humo constante y, que no perteneciera a los hostales.

Tras una curva escarpada se levantaba una antigua cabaña de piedra, al llegar a ésta se lograba dibujar casi en línea recta el posible camino por el cual rodó el bus hasta el lago, acompañado por un grupo de policías el teniente entró.

La cabaña era cálida, con paredes tapiadas en madera de pino y una increíble cantidad de flores dibujadas en ellas, sin más e interrumpiendo la armonía del lugar, un anacrónico señor vestido con frac abre de golpe la puerta que llevaba a el jardín posterior mientras disparaba una escopeta, el policía más cercano cayó en el acto y con él, el mayordomo quien sucumbía ante una bala que anidaba en su entrecejo.

En el jardín se encontraba una anciana vigorosa, sentada en un taburete y pintando algunas Gerberas. Catherine Beernalth –afamada artista- fue arrestada luego de inspeccionar su hogar, en el sótano, aún con vida se encontraban dos pares de novicias, las cuales habían sido alimentadas con la carne de sus compañeras, entre sus apuntes resaltaban profundas cartas llenas de odio hacia las mujeres de pio vivir y una extraña receta la cual indicaba la proporción exacta para alcanzar un magenta gerberal,  “2.8”  dos partes de sangre por cada ocho de rojo.

El Teniente Leonard con desasosiego se enteró que en toda la jurisprudencia del condado no se encontraba la manera justa de tratar a una artista por tradición, misógina por convicción, asesina en formación, encerrada en un decrépito y malhumorado cuerpo.

2 comentarios:

  1. Si comente ¬¬
    Lo hago por segunda ves!
    No estoy conforme con el destino de la Misógina, Debería moriiiiir ¬¬

    Me gusto la escena, me imagino un bosque europeo, y la cabaña con gérberas, no se porque pienso en Blanca Nieves!

    Me pregunto xq te tardaste tanto? La ira es un excelente impulso para que las manos transmitan tus ideas!

    Lo mejor fue lo de la proporción 2.8.

    Gracias Leo!

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  2. Me tardé pro que mientras escribía hablaba contigo, además, yo no sentía ningún odio. vivía asustado pro el tag de "jurisprudencial"

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