miércoles, 24 de noviembre de 2010

He empezado a creer en ti.

Antes que tu boca profesara llanto alguno, incluso previo a aquellas palabras de confesión, tu hipócrita sonrisa te traicionó; tan adiestrados remilgos no eran más que excusas fútiles para compartir una paz, bueno, para acallar un dolor. He empezado a creer en ti, distante ángel, gracias a aquellas mentiras que encierran humanidad, porque tu silencio es templo y tu compañía libertad.

Tu historia es amante de la experiencia  y acólita del crecer, he empezado a creer en ti, en tu mensaje, en tu dios, porque él es tan humano como la cotidianidad y tan mágico como el sentir; he comenzado a asumir que eres real, aún cuando tu silencio engaña a los poco sabios, aún en las ficciones que brindan paz…

He empezado a creer en ti, porque no sabes mentir.

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