miércoles, 10 de noviembre de 2010

En Plenitud.

Y han dicho tal vez que el amor enaltece hasta que éste muere, con su deceso han de descender también las incansables alegrías, los eternos  “te amo”, la dicha ciega, los impulsos primales, las tonterías diarias.  Les oí también que las emociones –encerradas, prisioneras, pordioseras de un mañana- carcomen el alma hasta derretir los huesos.

 Me han intentado convencer -Pobres, pobres…-, anhelosos de hundirme en su aceptada desdicha  embarcándome ligero a través del Aqueronte, que luego del amor cenizas pútridas quedan, que sólo sórdidos recuerdos se acunan en la mirada, que lo vivido fue historia corrupta en cándida fe.

Han llegado a mí pavoneándose con su melancólica historia de próceres y traiciones,  atisbando carroñeros en los corazones no intactos, pero si fuertes;  esperando furtivamente un  momento en el cual descargar su desdicha, complacer a sus egos, morir en compañía.

Pobres, pobres…   Nunca amaron en plenitud.

3 comentarios:

  1. Es justo vivir y sentir en Plenitud.

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  2. En un fragmento de la lectura me recuerda mucho a un cuento que dice:"y estando a punto de morir los dos prometieron amarse hasta la muerte...asi quien no?"

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