¡Qué curiosa se ve la duda que reposa en tu boca! Juraría que de tus labios mana deseo, pues bien, ¿Por qué no sucumbir ante él? ¿Por qué no entregarse al sentir y permitirle a la humedad reposar con gracia en la comisura de tu carmesí encanto?
No, no puedes ni debes temer, no es lo que te detiene. Ven, acércate, siente como mi corazón se acelera y mi respiración se torna densa, casi inmóvil; ven, sé que puedes amarme, sé que quieres amarme, sé que debes amarme…
Así es… …Siente que en mis brazos nada faltará, en mis sueños te he visto surgir, eres mi promesa frecuente, mi amor constante, mi todo.
No, ¡no te vayas! No te alejes, no me dejes solo, no así, no con desdén. No te sumerjas en el río, nada, ¡Nada! ¡Nada te digo, nada! No, no… …No te hundas, no te marches, no me dejes solo, no encontraré a nadie como tú, por más que busque, por más que encuentre, por más que pierda…
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