lunes, 20 de septiembre de 2010

Embrujo

Un embrujo, lograba sentir tu tacto el mío, recorriendo paulatinamente cada centímetro de mi piel, lentamente tus manos abrazaban mis hombros y se depositaban en mi pecho, tus dedos marcaban runas en el lienzo rosa de mi alma y con gusto me perdía eternamente en el vicio de soñarte.

Un embrujo, verte ha sido así. Desnudando mí ser ante tus ojos, aquellos complacientes y enigmáticos seres que cabalgan por mi espalda, que acampan en mi vientre, juguetean en mi cabello. A veces me pierdo en el recuerdo de tu voz, anhelando sentir tu nombre en mis labios y dejando mi boca a la merced de tus deseos.

Un embrujo, sin saber cómo y sin importar el por qué, he de sumergirme en las sensaciones que tu respirar provoca, apresando sin encarcelar mis más grandes deseos, sentirte es un embrujo, el menor de mis pecados, el mayor de tus misterios.

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