“Enfermo de melancolía”, dijo el doctor esta mañana al no encontrar más explicaciones para ese dolor en el pecho del señor Ango Diendres, quien desesperado y apurado por el dolor lo llamo para que le atendiese con prontitud. –Su edad no es propia para una enfermedad cardiaca, tal vez se deba a una melancolía- a lo que el paciente con cierta extrañeza le replico – ¡qué melancolía ni que nada doctor! Lo que tengo no es espiritual, no tengo esperanza ni añoranza alguna de tiempos pasados, los recuerdos de cualquier ángel siniestro están en el pasado y lejos de poder alcanzarme-
El doctor con cierta gracia agacho la cabeza en señal de condescendencia a lo que Ango le miró con soberbia y le exigió que le explicara a que venía ese gesto. El doctor le miro a los ojos y le dijo: -mi buen amigo pueda usted pasarse la vida diciendo lo mismo, pero la verdad es que ese pedazo de carne que tiene en su pecho aun recita versos que invocan la presencia sombría de aquellos recuerdos y añoranzas que su cabeza dice haber dejado atrás. Las heridas del alma y del corazón son masoquistas y no encuentran alivio sino hasta pasado mucho tiempo, tómeselo con calma, aun esta joven y tiene que prepararse para lidiar con mucho más que “ángeles siniestros” mi buen amigo-.
Ango solo pudo agachar la cabeza al haberse dado cuenta que las palabras del doctor estaban llenas de verdad, desesperado Ango levantó la cabeza y lanzó una mirada amarga y desesperada al doctor a lo que éste solo pudo contestar dándole palmadas en el hombro tratando de tranquilizarle y después de un minuto de silencio en la habitación Ango dijo con voz entrecortada: –dígame doctor, usted tiene más experiencia y conocimiento que yo en esto, ¿qué puedo hacer? Tanto tiempo que ha pasado y no siento que haya progresado desde que esa persona me quito la luz y me dejo en la oscuridad sin esperanzas, ¿qué remedio encuentro para tanta amargura y soledad?-
El doctor solo levanto la mirada al techo y lanzó un suspiro muy fuerte, tan fuerte que Ango lo sintió en su copete, el doctor algo tímido se sentó a su lado y le dijo: -si yo tuviera la respuesta a semejante pregunta me habría hecho rico en la cura del mal de amores, no mi buen amigo, no tengo una buena respuesta solo tengo un montón de palabras que me imagino ya habrá oído antes, pero puedo decirle que cada vez que la melancolía llegué la reciba con una sonrisa desafiante y que le haga frente no importa que le cuesta la vida al fin y al cabo en cualquier lucha se corre el riesgo de no salir ileso o incluso sin vida, recuerde que usted es el único que decide qué hacer o que dejar de hacer-.
Dicho esto el doctor se levanto de la cama y alistó su maleta, mientras Ango se refugió en cavilaciones y no escucho cuando el doctor se despidió y salió de la habitación. Ango rompió con un grito el silencio de la casa y seguido por lágrimas se levanto de la cama para ir al baño y mirarse al espejo y preguntarse. -Tú que eras un maestro en el difícil arte de no mojarte bajo un chaparrón-. Ango se fue luego al cajón de la mesita de noche y sacó una fotografía, suspirando y con voz entre cortada dijo:-profunda es la incisión en mi corazón, esa prisión sin barreras decolora todo con la visión del túnel, adormecedora ninfetamina, enfermo y débil mi condición esta lujuria, una adicción vampírica-.
Al término de esto, Ango tomó el encendedor y quemó la fotografía y tímidamente susurro para sí mismo: -Espero con este acto simbólico empiecen a cerrar mis heridas, mi dulce ángel siniestro no me culpes si dejo de llorar por ti, es solo que mi corazón es demasiado oscuro para que me importe-.
Una brisa fría se coló en la habitación al mismo tiempo que Ango preparaba un último acto simbólico para ese día de melancolía. Levantando una copa de vino exclamo fuertemente:-Brindo por tus palabras, brindo por tu “nunca te voy a olvidar” y tu rara manera de demostrarlo dejándome a la deriva, brindo por tu nuevo amor y sobre todo brindo por tu nombre que hoy ahogare en esta copa de vino SALUD POR TI! MI SINIESTRO ANGEL DE 7 LETRAS-.
La vida sigue adelante y cada quien lleva su propio ángel siniestro a cuestas con la firme esperanza de que algún día su omnipresencia desaparecerá sin que la nuestra lo haga también. A eso es a lo que hoy en día me aferro será en vano, no lo sé, pero espero el tiempo me permita contarles una historia distinta a la de Ango.
Nuevamente gracias Diego.
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