sábado, 11 de septiembre de 2010

Hoy

Siempre fue fácil creer que las penas empozadas en los recuerdos eran aquellas que arremetían con más ímpetu. Hoy cuando la tristeza no es más que una mísera sombra creada por un altivo dolor añoro con inocencia tener una tristeza pasajera…
Sin nada que perder, el padecimiento se abalanza suicida sobre los cuerpos más fuertes, sobre las almas más puras. Quebrantando la fe y ahogando toda esperanza, he de preguntarme sobre la epifanía encontrada en el dolor, o tal vez aquella milagrosa cura que otorga el llanto.
¡Bienaventurados los que sufren por que ellos aún sienten! Diría que son simplemente patrañas y dichos obtusos para justificar los sacrificios involuntarios. Hoy que arremetes en mi contra, estoy dispuesto a matarte, no me tientes tristeza, no empieces un juego que no puedas terminar…

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