Con el tiempo las heridas de guerra renacen más allá de la piel, hoy con un dolor adormecido he sentido las batallas perdidas -aquellas empozadas en el alma y fermentadas en el olvido-. Tras cada victoria en combate, el caos doblegado por una mente objetiva fue recluido sin piedad, ahora, lleno de fuerza arremete alimentado por una venganza, ataca hasta robar mi razón.
Pocas veces he sentido la cordura tan distante a mí, tan lejanas heridas han atacado sin piedad llenando mi cabeza con caos, haciendo germinar blasfemias en mi boca.
He lastimado cruelmente a los miembros de tan noble corte y soy consciente que tan vil actos deben ser castigados, sometido por demonios ataqué sin consideración, por eso hermanos míos –si aún les puedo nombrar así- solicito oficialmente ser exiliado de los campos de batalla ante la imposibilidad de manejar las tropas, y si es el caso, marcharme por siempre de Edoras.
Ni mil victorias justifican descargar las derrotas sin razón. Lo siento.
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