El gusto salado del mar ha dejado de ser molesto, y la comezon que provoca la arena que se cuela por entre mi ropa a medio secar, me ancla a la realidad. No me permite perderme en el punto en que el cielo y el agua forman un espejismo flameante para mi espiritu. El calor de las antorchas y el viento humedo forman un remolino en mi espalda, que poco a poco se convierte en tornado. Juguetea con mis ansias de salir de mi. Poco a poco todo se funde en una amalgama de serenidad, poco a poco me voy enamorando de ti.
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