martes, 7 de septiembre de 2010

A veces, solo a veces.

A veces, solo a veces, disfruto del juego distante de engañarte, mi mente crea estratagemas y parodias para sin hablar decirte las cosas, excusándome en versos extraños o líricas aleatorias. Disfruto de la encrucijada que forman tus labios cuando lees mis escritos, me pierdo en tu mirada explosiva que sin mentir te delata.
Tu sonrisa no es más que una conspiradora –mi más grande compañera en La Resistance- te traiciona indicándome el momento preciso para actuar. A veces, solo a veces, creo que me descubres y, con miedo o algo de pena, intento controlar mis naturales impulsos: respiro lentamente, evito sonreír, hablo incoherencias, adopto una postura señorial.
A veces, solo a veces, creo que soy la presa de algún encantador juego en el cual tú diriges los delgados hilos de mi conciencia y manipulas mi accionar… A veces tengo miedo de ti, –no te preocupes, es solo a veces- mi corazón palpita ante la incertidumbre de tan siniestro y placentero crimen, dudando si huir o entregarme, hipnotizado por tu irónica inocencia.
A veces, solo a veces, disfruto el verte enojada, fuera de ti misma, tan natural, tan humana…

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