Durante diez días y diez noches el rojo de sus zapatos fue su amuleto estrella, tenis carmesí la animaron y la llenaron de energía en el deporte de cada mañana al comenzar jornada, sandalias bermellón le ayudaron a dar buen flujo a sus negocios día a día y zapatillas escarlata la convirtieron en el blanco de todas las miradas en las noches de baile.
Mas sin embargo, al regresar a casa mientras todas las nubes se disipaban, dejando a sus ojos el regalo de un cielo salpicado de estrellas y a sus oidos el sonido de una guitarra en el segundo piso del hogar al que regresaba. Mientras subía las escaleras, encontró entre la maraña de pensamientos que era su mente, que para encontrarse plácida y plena, no hacía falta amuletos en los pies, sino un par de sabias manos que la despojaran de todo lo que por derecho y virtud no era literalmente suyo.
Buen final ;).
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