viernes, 17 de diciembre de 2010

Fe.

¡Capitán, Capitán! –gritaba la Sargento Ticka- a mis oídos han llegado terribles noticias, Parece que el escuadrón White Lynx, tiene pensado amotinarse, señor no sé qué hacer, intento darles ánimo; pero tienen razón, han pasado tres meses, tres largos meses sin recibir ni un paquete de raciones, el invierno recrudece, la nieve ha pavimentado el horizonte con aire mortuorio, y yo, Capitán, yo empiezo a sentirme cansada…

El capitán cerró un cuaderno dejando anotados ciertos valores encerrados en un círculo, al dirigirse hacia su Sargento de confianza  la miró mientras respiraba profundamente. Sargento Ticka, como su superior he de decirle que nuestra obligación es con el reino,  has jurado seguirme y confiar en mis razones, bien, quédate acá, pasarán diez minutos, una vez transcurrido ese tiempo, sin importar dónde me encuentre, has de ir a la cabaña que queda al Este, a unos cien metros, y dispara el cañón que apunta a 15º Noreste. Como hombre te digo, que llegaste a mí como una mujer dentro de la compañía; pero, eres ahora quien lleva las riendas de mi razón y sentir, espero confíes en mí, todo saldrá bien, es una promesa. –dicho esto, la besó-

Con su manta de pieles intentó atravesar aquel paisaje de estéril blancura, la capa de nieve hacía que sus pasos se hundieran 30 centímetros, al acercarse hacia la barricada, notó como los hombres –sus hombres-, se acercaban con antorchas dispuestos a tomar el control por su parte.

¡Bien!  -gritó él- ¡Acá me tienen! No como un ser ajeno a su destino, heme aquí, como un hermano, como un padre, un amigo, un futuro encontrado…  Han maldecido mi nombre y enfocado las tristes adversidades en mi espalda, quieres resultados; mas no buscan respuestas.

Miradme pues, hermanos míos, por mis venas no corre otra sangre distinta a la de ustedes, y mis pies han transitado por los oscuros senderos que cada uno  ha recorrido; juntos, como una familia hemos estado hasta el día de hoy,  antes que alguna tonta e infantil riña destruya lo único que es nuestro, qué del cielo caiga fuego y contemplad como el destino no es más que un simple servidor del deseo humano.

Dicho esto, un trueno se escuchó en la proximidad, atravesando el cielo la repentina bola de fuego describía una parábola hasta  inmolarse contra una estepa muerta, aquella explosión si bien era lejana al lugar de la reunión, hizo que todos los White Lynx cayeran de bruces dejando en pie únicamente al Capitán. No se sabe si fue la arenga, o el delicado proyecto llevado en secreto por él, pero, cuando la lluvia de fuego, nieve y agua cesó, dejó al descubierto un lago gentil, el cual les brindó sustento por varios meses más.

1 comentario:

  1. La sabiduría de quien está al mando puede ser el refugio en tiempos difíciles.

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