miércoles, 29 de diciembre de 2010

Un día como hoy.

Hoy llegan a mí los fantasmas del ayer, la triste historia de las felices almas que su muerte encuentran,  hoy llega a mí la natural y cruda realidad.

 Más que un recuerdo, revivo y repaso mi vida, vuelvo a abrazar la benigna sonrisa de mi imprudente abuela, la sapiencia de mi barbado abuelo, aquella infancia gobernada por sus interminables historias, por sus infinitas caricias.

Encontrar en mi mente sus rostros es una forma más de inmolarme sobre la esencia misma que me rige, es viajar  a las raíces imperecederas, es recorrerlas, es repasarlas. Siento su calidez, resucito sus enseñanzas; la confianza, el galanteo, la cortesía, la familia, el honor. Hoy no rueda una lágrima, mas no olvido aquellas que desbordaron mis ojos cuando ustedes partieron.

Con orgullo podrán decir amados ancestros, que su sangre recorre con emoción mis venas y sabrán en ésta vida o en la otra, que la realidad vivida, aunque cruda ha sido plena. Ahora, casi adulto, abandono la lucha por aquellas cosas prohibidas y con fe sé que ahora su historia hace parte de la mía, desde allá –sea el lugar que quieran- una chispa de su sabiduría habita en mí.

Impregnados por la dicha les diré que por fin soy fuerte, noble, gentil. Me despido como hace años, cuando su deceso tatuó mi alma. Cortésmente me retiro, eternamente les llevo, más que una despedida éste texto es el altar espiritual de El cazador furtivo de sueños rotos, esperanzas firmes y mariposas rojas. El mismo cazador furtivo que ha logrado alcanzar las utopías. 

DESCANSEN EN PAZ.

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